CASA CEBOLLA

EL PROYECTO

Miradas superfluas, rápidas y generales. Así miramos.
Así entendemos nuestros espacios.

La Casa Cebolla es invitar a percibir el LUGAR de una
manera profunda. Llegar a su comprensión.

Lo construido está envuelto por materia, encuentros, luz,
huecos y paramentos. Capas y capas que generan un
todo. Pequeños elementos que en conjunto hablan de
un TODO.

Si sabemos mirar, si prestamos atención, si nos
tomamos el tiempo necesario, accederemos a un nivel
de comprensión superior. Encontraremos su esencia.
En esa esencia está lo que les da sentido: La presencia
humana. Siempre presente. En su pasado y en su futuro.

Cada edificio, cada sala, cada rincón cuenta lo que
hicimos en él. Sinergia pura. Moldeamos y nos moldea.

De todos ellos, el que más expresa lo que somos,
nuestra intimidad más profunda, es la CASA.
Nos construimos mutuamente dejando huellas allí
donde mires.

Miguel Hernández puede ser observado a través de sus
letras. Son universales. Pero donde queda su materia,
donde puedes ponerte en sus OJOS, que no en su piel,
es en su CASA.

Su casa de la calle de arriba. Mimada y cuidada por su
pueblo. Orihuela.
Captar sus capas. Encontrar sus pieles. Unirlas en la
mente.

Todo ello te llevará a Miguel.

Miradas superfluas, rápidas y generales. Así miramos.
Así entendemos nuestros espacios.

La Casa Cebolla es invitar a percibir el LUGAR de una manera profunda. Llegar a su comprensión.

Lo construido está envuelto por materia, encuentros, luz, huecos y paramentos. Capas y capas que generan un todo. Pequeños elementos que en conjunto hablan de un TODO.

Si sabemos mirar, si prestamos atención, si nos tomamos el tiempo necesario, accederemos a un nivel
de comprensión superior. Encontraremos su esencia.
En esa esencia está lo que les da sentido: La presencia humana. Siempre presente. En su pasado y en su futuro.

Cada edificio, cada sala, cada rincón cuenta lo que hicimos en él. Sinergia pura. Moldeamos y nos moldea.

De todos ellos, el que más expresa lo que somos, nuestra intimidad más profunda, es la CASA.
Nos construimos mutuamente dejando huellas allí donde mires.

Miguel Hernández puede ser observado a través de sus letras. Son universales. Pero donde queda su materia, donde puedes ponerte en sus OJOS, que no en su piel, es en su CASA.

Su casa de la calle de arriba. Mimada y cuidada por su pueblo. Orihuela.
Captar sus capas. Encontrar sus pieles. Unirlas en la mente.

Todo ello te llevará a Miguel.

Miradas superfluas, rápidas y generales. Así miramos. Así entendemos nuestros espacios.

La Casa Cebolla es invitar a percibir el LUGAR de una manera profunda. Llegar a su comprensión.

Lo construido está envuelto por materia, encuentros, luz, huecos y paramentos. Capas y capas que generan un todo. Pequeños elementos que en conjunto hablan de un TODO.

Si sabemos mirar, si prestamos atención, si nos tomamos el tiempo necesario, accederemos a un nivel de comprensión superior.  Encontraremos su esencia.
En esa esencia está lo que les da sentido: La presencia humana. Siempre presente. En su pasado y en su futuro.

Cada edificio, cada sala, cada rincón cuenta lo que hicimos en él. Sinergia pura. Moldeamos y nos moldea.

De todos ellos, el que más expresa lo que somos, nuestra intimidad más profunda, es la CASA.
Nos construimos mutuamente dejando huellas allí donde mires.

Miguel Hernández puede ser observado a través de sus letras. Son universales. Pero donde queda su materia, donde puedes ponerte en sus OJOS, que no en su piel, es en su CASA.

Su casa de la calle de arriba. Mimada y cuidada por su pueblo. Orihuela.
Captar sus capas. Encontrar sus pieles. Unirlas en la mente.

Todo ello te llevará a Miguel.

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